martes, 2 de diciembre de 2008

Espectativas versus descepción

La decepción va según el grado de esperanza que se tenía al no recibir lo deseado. Poco a poco, esta propaganda llamada Revolución Ciudadana, de poca autoría correísta, destaca sus aristas en forma bien contrastada. Antes habían estremos: pobres versus ricos. Ahora, se apuntan sus flechas en diferentes direcciones.

Vivienda: para qué hablar de aciertos si hay casas que se están cayendo a pedazos. De esas que el estado está financiando. Doble gasto. Burla. Intentos no son logros. Siete patadas al filo del arco son solo patadas de vergüenza mientras no se meta el gol. Ah, cierto, aquí incluyo todas las malas construcciones o pésimas decisiones al retrasar las mismas, y para botón: Las competencias de atletismo recientes en los complejos deportivos de Macas.

Seguridad: en eso, harta tela para cortar. Las responsabilidades de las autoridades parecen esfumarse al pasarse la tea olímpica de quién tiene la culpa. La peor de todas las cosas, durante la semana pasada fue permitir la libertad a ciertos criminales confesos, en el caso del asesinato de un rector de un colegio de Guayaquil. Imperdonable. La historia ya pasó factura y juicio sobre el juez que dio boleta de libertad. Para otras cosas bien que hay lentitud y burocracia pero para esto, sí hubo prestanza y agilidad.

Educación: en mi ciudad hemos tenido lo que podría decir cierto nivel de educación pero ni que fuera del todo bueno. Por lo que entiendo y leo, el estado quiere tomar protagonismo al ser responsable de la infraestructura de los colegios y escuelas de esta ciudad. No sé si el resto del país también reciba carta dedicada en este asunto (asumo que sí) pero no he escuchado todavía ningún grito o queja. Claro, como siempre, la actitud de muchas ciudades es: dejen que papá centralismo haga todo. Me molesta la falta de decisión de hacer cosas, incluso sin que venga la ayuda.

Entonces, a dónde voy. Creo que acá hay un balance que percibo -obvio que mi subjetividad es la que juzga- así: quien no se sienta afectado por lo anterior, feliz con el gobierno. Quien esté directamente afectado, en contra. El resto: solo observantes que con mil ideas en la cabeza podrán hablar (bla bla bla) pero sin tener el corazón involucrado. Yo me voy a incluir en uno de esos grupos que ve al estafado por el Gobierno Central y que espera su turno desde lejos (yo sé que el efecto dominó tiene que afectarme tarde o temprano).

Lo último que vi en las noticias es que ahora, el estado, quiere encargarse de SOLCA. Quiere eliminar este impuesto que más de una vez habremos visto por ahí en alguna factura. Yo la veo cuando hago préstamos.

Yo soy pobre. Lo digo porque tengo mis limitaciones. No puedo comprarme lo que quisiera porque el dinero no me alcanza. Pero tampoco vivo en la miseria y al menos tengo el pan de cada día. Incluso, con esfuerzo logro darme ciertos lujos (este blog e inflar la tarjeta de crédito para pagarme internet en casa). Veo a los que tienen mucho menos que yo contentarse de las promesas y demás sonrisas de este gobierno. Ojalá puedan tener un espíritu más crítico. Agradecer las ayudas reales y no lo que mi padre diría: pan para hoy, hambre para mañana.


Lo he visto antes en la historia y sé que caen los gobiernos totalitarios tarde o temprano. Caen. Por supuesto mientras tengan vida sus dictadores. Ecuador no puede darse el lujo de ser estúpido y más estúpido día con día. Es hora de levantarse y pedir de pie lo que necesite; agradecer de pie lo que necesite y exigir mucho más de pie cuando eso le falte.