Rafael Guerrero B.
El Municipio de Guayaquil y el Gobierno central mantienen un convenio que financia el Programa de Aseguramiento Popular en materia de salud, PAP.
El PAP es un seguro médico para población pobre, los beneficiarios del llamado Bono de Desarrollo Humano.
La población beneficiaria paga una parte del costo del servicio de salud, autorizando al Estado para que este descuente del bono el valor correspondiente. El aporte de la población representó el 2008 el 16,5% del presupuesto; el Municipio aportó el 6,1% y el Gobierno central el 67% del presupuesto.
Los usuarios del sistema son atendidos por operadores de salud privados. Los servicios de salud que presta el PAP son: atención médica ambulatoria, atención básica, entrega de medicamentos, atención dental y auxilios funerarios. La población atendida se ha elevado de 130.000 usuarios en 2006 a 363.346 en 2008. El PAP atiende a los beneficiarios del bono, a los hijos menores de 16 años y a los cónyuges.
Según información de prensa, el Gobierno Nacional habría manifestado su intención de no financiar más el PAP, argumentando que el servicio de salud pública debe ser gratuito.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que el PAP representa un nuevo sistema de seguro social de salud. El PAP tiene tres características que lo vuelven particularmente interesante como modelo para el desarrollo de un sistema de salud pública. Es un sistema descentralizado; es un sistema que funciona con operadores privados de salud y es financiado parcialmente por población pobre beneficiaria.
La descentralización y la prestación del servicio con operadores privados aumentan la eficiencia y la calidad del servicio para población pobre. Lo que el PAP ha probado es que podemos construir sistemas de salud privados y descentralizados para atender demandas sociales populares. Los ciudadanos compran el servicio por la calidad, agilidad y bajo costo relativo del mismo.
La población que usa actualmente el servicio representa ya el 15% de la población del cantón.
El PAP cuestiona el viejo supuesto de acuerdo con el cual las demandas populares de servicios sociales solo pueden ser atendidas desde el Estado, porque los servicios privados son muy costosos. En el caso del PAP, una adecuada cooperación entre el gobierno local, el Estado y la población permite producir con más eficiencia un servicio social de calidad. El PAP representa un nuevo paradigma.
Hay otro elemento de juicio más que se debe tener en cuenta: en Guayaquil, desde fines del siglo XIX, la salud pública ha sido atendida desde la esfera privada, como lo prueba la Junta de Beneficencia de Guayaquil. Aquí, lo público no coincide con lo estatal. Y lo privado no recubre solo la empresa capitalista. El PAP está colocado en una particular intersección entre lo público, lo privado y lo Estatal, propia de Guayaquil y la Costa.
Planteemos el problema en términos teórico-políticos: el PAP desafía el paradigma de la vieja izquierda estatista y centralista. En otras partes del país, sectores modernos de la izquierda apoyan el desarrollo de sistemas de salud parecidos al PAP. En Guayaquil lo está haciendo el Municipio dirigido por Nebot, pero la izquierda guayaquileña debe respaldar el sistema, porque la sola existencia del PAP implica dos cosas importantes: primero, que el derecho a la salud de los ciudadanos debe ser respetado por los gobernantes; segundo, que existen nuevas formas de cooperación entre el Estado, los gobiernos locales y el sector privado, que deben ser apoyadas.