Tarcisio Bertone, cardenal del vaticano de alto rango en la Iglesia, considerado el número dos, declaró lo siguiente:
"Han demostrado muchos psicólogos, muchos psiquiatras, que no hay relación entre celibato y pedofilia, pero muchos otros han demostrado, y me han dicho recientemente, que hay relación entre homosexualidad y pedofilia. Esto es verdad, este es el problema" (por AFP).
Creo que las personas que se gocen de una inteligencia aceptable, que sepa sumar dos más dos y que al menos tenga entre sus conocidos un amigo homosexual sabrán que la orientación sexual no es más que un componente mero que todo ser humano tiene. Un homosexual come, bebe, tiene sueño, elimina sus toxinas, sueña, respira porque es ser humano. La pedofilia desde el punto de vista médico se le conoce como un transtorno que persigue obtener placer en la estimulación sexual con niños, sea esta arraigada o adquirida por factores externos.
Llamo la atención a usted que primero, no se le considere a cualquier agresor de niños como un pedófilo enfermo porque si así vamos, el sujeto estaría exculpado mientras la sufra y no creo que sea de pensar así. Algunos están bien despiertos y en todos sus sentidos cuando caen este acto criminal. Muchos sacerdotes, religiosos y religiosas fueron abusadores de menores aprovechando su puesto y condición. Por eso, no quisiera pensar que todos fueran considerados enfermos si no, tantas acciones que conllevan consecuencias catastróficas, podrían caer en el mismo saco y exculpar al actor: atropellar un sujeto por mala conducción del automóvil, la agresión hacia alguien de diferente sexo o raza, el machismo, etc. Sin daño de perjuicio, habrá un número de personas con transtornos y que merezcan su debido tratamiento, pero me niego a pensar que tantos pero tantos niños y niñas fueron objeto de abuso por simples enfermos. Es que no puede existir tanta coicidencia. ¿Tantos sacerdotes enfermos?
Con esta reflexión (mal atinada tal vez porque tengo muchas cosas en la cabeza) según este cardenal, todos los homosexuales son los primeros sospechosos. Carece de cualquier sentido común y experiencia en temas de orientación sexual y sexualidad en sí. Claramente no ha explorado su propia orientación y conocer que ésta no es escogida (de ahí que mal se diga "preferencia sexual" o "elección"). Que finalmente diga, "esto es verdad" abusa de su cargo cardenalicio para no dejar más duda. Esto es verdad, y no se piense de otra forma. ¿O la hay?
Así, este chivo expiatorio que apresuradamente quiere buscar este señor en la comunidad homosexual preocupa a todo el planeta que vive constantemente diciendo: por favor dejen que sus sacerdotes opten el celibato. Cuál es su miedo. Cuál es el tabú. ¿Por qué no promocionan que el rito oriental católico permite el matrimonio antes de la ordenación? Los valores que persiguen la ordenación sacerdotal y la vida religiosa no exigen tal sacrificio. La sexualidad es una necesidad del ser humano que bien orientada permite vivir valores muy importantes tanto como en la afectividad como en la apreciación del placer y la gratificación personal y ajena. Una persona es íntegra cuando sabe vivir armónicamente sus necesidades.
A este país le falta mucho por educarse pero no requiere de que la gente se ponga con libro en mano sino que cada uno se mire, reflexione y reconozca si puede ver no solo a un gay como persona sino a las personas que componen a todo el género humano. Si es capaz de ver más allá de cualquier "etiqueta" que le pongamos a los individuos (mujer, viejo, pobre, gordo, retrasado, ciego, lesbiana, etc) sino que pueda ser visto como el amigo, el compadre, el estudiante, el maestro, el esposo. Todo lo contrario que ha pasado aquí. Donde es peligrosa una voz que manipule a una mayoría, católica en este caso, en su manera de ver lo que es cierto y lo que es falso.