martes, 26 de abril de 2011

Sobre la pregunta 9 de la consulta

Debió ser urgente reformular esta pregunta así:

Con la finalidad de evitar los excesos del Presidente Rafael Correa: ¿está de acuerdo que se dicte una ley de comunicación que cree un consejo de regulación que norme los contenidos de sus discursos por televisión, radio y publicaciones de prensa escrita, que contenga mensajes de violencia, explícitamente sexuales o discriminatorios; y que establezca los criterios de responsabilidad ulterior de sí mismo?

Hablando de la gente metida a la cárcel por ofensa a la "majestad" (chingada de término), me dijo una vez alguien: "Pero no pueden ofender a una persona, es el presidente". Y yo pienso, así es. Nadie puede ser ofendido y por justicia y equidad el primer servidor público merece ser el ejemplo. Que se ponga en la fila y sea el primero en rendir culto a quienes él considera los mandantes, incluso los que son contrarios a su pensar.

Yo no olvido cuando entró a un recinto universitario sin permiso de su rector y alentó a ser defendido por los asistentes en un claro resultado de violencia. Instó al público utilizar un término reconocido universalmente en el castellano como insulto de referencia fálica, descargado en un periodista de un medio escrito que ahora está vetado por la presidencia. Discriminó a las gorditas. Y hoy, una persona por decirle "mentiroso" al presidente en un encuentro, es golpeado y sacado del mismo, luego de haber insistido en ser escuchado (ver aquí)


Así este país. La gente calla. La gente no puede insultar. Me siento a veces como los próceres de la Patria. No que considéreles bueno o malos pero sí respeto su iniciativa por ser valientes en no dejarse acallar por lo que el conglomerado consideraba justo e incluso cómodo.

¿Es muy utópico pensar que podamos denunciar por calumnias e injurias al primer mandatario cuando utilice sus cadenas para vituperar a quien se le antoje? Mi respuesta. No. Sí lo puedo creer porque mínimo estoy yo para educar a mis estudiantes y hacerles ver lo posible de construir un estado de equidad, justicia, sociedad y muchos, muchísimos otros valores necesarios para coexistir.

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